Se llamaba Claudia

Próximamente en cines

Yo tenía que estrenar ahora. Y hace unas semanas yo os lanzaba un mensaje proclamando la buena noticia. ¡Por fin el estreno, mecenas!, ¡Por fin! Y a mitades de mayo – ¡patapám! – con tod@s vosotr@s el estreno mundial.

Pero ha llegado la pandemia mundial.

Y lo ha parado todo.

Pensé en los presos, lo primero, yo no estoy encarcelada me decía, estoy confinada. Pensé en los pájaros, después, apreciar la libertad en el vuelo de un pájaro. Así lo contaban ellos. Pensé en el mar, ayer. Madrugo y subo. Subo. Subo hasta lo más alto. Capto la inmensidad del horizonte tras el encierro de la vista. Como mi padre al salir de la cárcel: directo al Tibidabo. Claro. Desde la montaña todo es mar.

Y yo no sabía que hacer.

Y en el abismo del no saber, primero llegó Robe.

El bueno de Robe.

Y regresé a los inicios. A la niña. A ese acercarse a las cosas de una forma nueva. A la primera publicación de este blog, querid@s mecen@s, donde os hablé de él. Os conté que Robe montó el primer micromecenazgo del Estado para grabar el primer disco de Extremoduro. En realidad, yo creo que Robe inventó el crowdfunding.

Durante el confinamiento, de nuevo Robe. Con esta forma tan suya (tan nueva) de hacer las cosas. Lanzó al ciberespacio una canción en bruto. Y la acompañó de este texto, “Hola a todos, espero que lo llevéis lo mejor posible. Me gustaría daros un poco de ánimo. Una vez me dijo mi primo Potri, Antonio Ojea, que no le gustaba que le vieran haciendo bocetos cuando dibujaba. Literalmente, me dijo que para él era como si le vieran cagando. Y le comprendí, porque a mí me pasa un poco igual, así que seguramente me arrepentiré de este vídeo, pero no importa. Afortunadamente, en mi vida, he hecho muchas cosas de las que luego me he arrepentido. ¡Besos y abrazos! Robe”

Robe nos quería dar ánimos y esperanza.

“La cigüeña de Burgos” fue terminada el 12 de marzo del 2020. El destino quiso que esa etapa de mi vida quedara cerrada justo antes del confinamiento. Bendito destino. El mismo destino quiso que todas las reuniones con entes tipo Catalan Films, Filmo-sufijo, Cine-sufijo y ese tipo de nombres quedaran anuladas.

Os escribo porque pienso en todas vuestras cosas que habrán quedado anuladas.

Y también os quiero mandar ánimos.

No se cuando voy a estrenar ni cuando se podrán juntas muchas personas dentro de un cine. Solo se que a veces la belleza me coge de la mano y me dice, ven. Tiene una mano enorme. Me lleva a sitios que no conozco. Me invita a recordar que no todo depende de mi. Lo nuevo durante algún tiempo no lleva palabras. Que descanso. Entonces decido escribiros.

El sábado, primer día de la desescalada, el día ese que subí a lo más alto, me llegó este correo.

Hola Joana.

Soy Miguel Martínez del Arco. Tu padre y el mío estuvieron juntos en Burgos siete años. Yo era un niño muy pequeño entonces, pero recuerdo muchísimo a Jordi, que para los niños era un aliado permanente. Y a tu abuela. Ahora estoy escribiendo un libro sobre mi familia y buceando he encontrado la información de tu documental. Pues para colmo yo trabajo en la Economia Solidaria en Madrid hace 25 años y conozco mucha gente de Barcelona. Lástima no haberlo sabido antes. Y me he acordado tanto de la cigüeña Claudia. Me encantaría saber más sobre el proyecto y que podamos intercambiar nuestros recuerdos. Ojalá recibas este mensaje.

Un beso grande

Miguel

No, no, Miguel, que te confundes, yo me llamo Joana, no Claudia. Espera un momento. ¿Has dicho Claudia? ¿La Cigüeña tenía nombre?

Hola Joana.

Qué alegría habernos localizado tan rápido.

Primero la cigüeña no tenía nombre. Estaba en el patio de atrás, un patio raro al que se accedía por una puerta junto a la enfermería. Ahí la cuidaban. Un día del Carmen o de la Merced nos juntamos 4 o 5 niños con ella y unos cuantos presos. Que yo recuerde -pero la memoria truca la realidad, yo tenía 3 o 4 años- estaban Miguel Nuñez (para mi el tio Miguel), mi padre, Guti y el tuyo, que era el más joven. Y la bautizamos como Claudia. Era un nombre tan original… Le hicimos una canción, pero no la recuerdo. La cantamos varios niñxs (Diana, la hija de Ardiaca; Juanjo, el hijo de Llopis; el hijo de Ormazabal y yo) para los presos reunidos. Tu padre me regaló una cabecita de madera que aun conservo por lo bien que había cantado, jajaja.

En fin, en medio de ésta resulta extraordinario rememorar la vida. La vida como era. La vida como es. Me alegra que ya tengas la película, estoy deseando verla. El confinamiento ha sido -para mi- como la parodia amable de lo que fue para ellxs. Mi padre pasó 26 años entre rejas y mi madre 19. Muchos. Todos. Ahora sonrío cuando me pongo nervioso porque mi terraza al sol me parece pequeña. Incluso hoy, que saldré con mi chico a las 8 a darme una vuelta…obediente. Manso.

Pues cuando quieras hablamos. Por teléfono o por skype, me da igual.

Un beso grande y ánimo que hace sol (al menos en Madrid).

Miguel

¿Que más puedo añadir?

La emoción que me produce descubrir que la Cigüeña se llamaba Claudia en medio de un confinamiento. La fuerza de conocer la imperiosa necesidad de hablar de otros hijXs. La creatividad que emerge cuando la normalidad se detiene. Stop. Minúsculas proyecciones en cajitas. Para una persona. Como aquellas máquinas de foto carné. Bailes catárticos en descampados. Palabras que se transforman en murales. En los muros y el asfalto de la C58 vacía. Estrenos diminutos. En pequeños cines. De pueblos perdidos. Verbena con luces por la noche. Y en la pista un par de ancianas. Y toda la orquesta para ellas.

Pero lo quiero dejar aquí. Stop.

Solo quería mandaros palabras de aliento. Como Robe y Miguel.

Yo sigo sin saber.

Pero ahora tengo un amigo. Se llama Miguel.

Un fuertísimo abrazo,

Joana Conill Amelivia

P.D. Aquí os dejo la canción de Robe, Yo me quedo aquí contigo.

 

 

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