Ayer estuve con mis sobrinos y recordé aquel momento en que ser capaz de completar la escritura de una letra producía una satisfacción gigante. Empiezo así porque hace días que no se bien por donde empezar este post. Así que empieza aquí, con la sensación de que podría empezar allí o allá. Al menos he logrado determinar el estado en que se encuentra alguien cuando ocurre esto con un post. Y más concretamente yo. Estado U. O sea, dentro de la U. En Trabajo de Procesos hay una expresión: caer dentro de la sopa. Se me ha ocurrido que la U podría ser un recipiente lleno de sopa. Y para escribir una U te tienes que meter dentro, arremangarte, calarte, y por supuesto, caerte. Caer en la sopa -o estar dentro de la U- quiere decir que estás tan dentro de un proceso que te resulta difícil tener algo de distancia con él. Y claro, sin distancia es poco probable poder comunicarlo con algo de orden. Y si escribir es ordenar el pensamiento, no tengo muy claro que es lo que sigue.
Estar dentro de la sopa, como estoy yo ahora, tiene algo de confusión. También tiene algo de hiperestimulación. También tiene algo de ensoñación. También tiene algo de ruido de ideas cuando están apenas pasando de ser semillas a ser plantel. Tiene algo de mudanza mental. Entonces, algo de no terminar de entender, y por consiguiente, algo de dejarse llevar.
Con esto del crowdfunding la U está muy presente en mi vida. Porque los crowdfundings producen U’s. Perfectas U’s que se van construyendo del primer al último día. La cosa funciona así, los primeros días aparece la novedad. ¿Has visto eso? Oye, tienes que mirar esto. Algunas personas ponen dinero. Y eso anima a otras. Y alegría. ¿Y si lo conseguimos? Y la alegría se contagia. Y la cosa va subiendo. ¡Subidón colectivo! Y aparece el primer palito de la U. Luego la cosa se relaja. La alegría continuada produce fatiga claro, el cuerpo y la mente piden descanso. Y así van pasando los días tranquilos. Y así aparece la parte de debajo de la U. Y luego, poco a poco, la energía vuelve a condensarse y un día decide estallar de nuevo. Y otra vez alegría. ¡Efecto contagio! ¡Subidón colectivo! ¡Efecto urgencia! ¡Esto se acaba chic@s! ¡Hay que aprovechar, que cierran, que se acaba el verano, que no nos volveremos a ver! Y he aquí el segundo palito de la U.
Y así es. En 5 días logramos 4500 euros. En 10 días ya teníamos 6000. Y hoy, a día 26, llegamos a los 6800 euros. Con esto ya tenemos el primer palito y la parte de debajo de la U.
Mi madre, hace un par de años, me dijo con una satisfacción tremenda -parecida a la que tenía ayer mi sobrino de cuatro años cuando acabó de escribir la U-, he leído que el momento de máxima felicidad es a los 72. Yo pensé, serás canalla. No se lo dije porque no quería aguarle el momentazo, además pensé que quizás el resto de la teoría me traía alguna posición decente en el podio de felicidad. Es una U, dijo. ¡La vida es una U! Esa teoría (no pienso citar fuentes) me llegó en momento “final de primer palito” de manos de una persona que empezaba su momento de perfecta recta de subidón ascendente continúo de “segundo palito”. Yo pensé, serás perra.
Pero bueno, ahora que sé que me falta muchísimo tiempo por delante para disfrutar de la máxima felicidad, debo decir que estar ahí, en la parte de debajo de la U, no está tan mal.
Antes de que este blog empiece a parecer un extracto de mi diario personal, voy a intentar reconducir la crónica de mi estado confuso. Elementos de estado U, o de estado palito de debajo de la U:
El domingo publicaron en el Diaro de Burgos un artículo sobre este crowdfunding. Aquí os lo dejo: http://www.diariodeburgos.es/noticia/Z15C0FDDC-F2E2-D9C8-1E0315442F5BC0C6/20141027/cigueña/penal Debo decir que el periodista, con el que solo nos hemos cruzado un par de llamadas, es un tío encantador. Y sobre todo, que ver en un periódico una foto que has sacado de tu álbum familiar, y que nadie salvo la consiguiente familia y la santa paciencia de alguna ex pareja ha visto, es extraño.
Ayer en TV3 hicieron un reportaje sobre los hermanos Creix y su barbarie. http://www.tv3.cat/videos/5307786/Barcelona-1962-Lombra-dels-Creix En fin, cada uno mira estos reportajes como puede. A mi me alucina que por la tele se puedan decir cosas que en los tribunales ni tan solo existen. Cierro tema y respiro.
La semana pasada estuve en la Asociación de Expresos Políticos de Catalunya. Me llevé unas fotos pensando que eran de un compañero de cárcel de mi padre. Pero resultó que no. Así que no se quién son las personas que salen en las fotografías. Sin embargo, me paso ratos mirándolas. El pasado tiene un poder hipnótico. No se puede viajar a él, porque siempre te falta algún pequeño detalle por reconstruir. Pero miras las fotos mucho rato tratando de conseguirlo. Las fotografías sin dueño son extrañas, son asientos vacíos de la única persona que puede viajar a ese pasado.
Y para acabar, el que más me cuesta nombrar. Desde que lancé el crowdfunding he tenido una extraña sensación de haber hecho público algo personal. Trato de escribir sobre ello. Pero no lo consigo. La semana pasada me consta que algunas personas leyeron el post, y eso complica las cosas. Este espacio no es tan personal como pensaba. Me pregunto si existen en realidad esas dos categorías, personal y público. Por supuesto que existen. Incluso he visto en internet que hay una tercera, íntimo. La pregunta no es esa. La pregunta es, ¿esas categorías se contaminan? ¿Se afectan, se abrazan, se desbordan, se solapan?
A mi hay días en que las barreras entre lo personal y lo público me parecen horrorosas. Salgo de casa y tengo que cambiar de cara, y no salgas con pantuflas, y ten pesadillas espantosas imaginando lo horrible que sería llegar al trabajo en pijama. ¡Pon cara de espacio público! Que no se note que a veces tienes pensamientos personales en el metro. ¡Ten pensamientos públicos! Sí, que esa lección te la sabes. Pensamientos objetivos. Formúlalos en tercera persona. Sé asertiva al exponerlos. Nada de emociones, tú desarrollas ideas. ¡Las emociones no se desarrollan, se sufren, lo sabe todo el mundo! Permítete algún desliz, transgrede, de vez en cuando habla de ti, pero usa eso de la abstracción, que así no se nota. ¡Por Dios, que no se note! ¡No hables de tus cosas en público! A nadie le importa la vida de los demás. Razona, resultas mucho más interesante. Si estás en el barrio, pon cara de espacio callejero (es como el público, pero un poco menos, sin llegar a ser personal). De vuelta a casa, escribe en el Facebook que te sientes sola, pero no esperes respuestas íntimas. Solo “me gustas”, digo apoyo. Y no cuentes cuántos “me gustas” tienes, digo cuánto apoyo tienes. Confórmate con saber que no eres la única. Claro, ¿lo ves? si es que no estás tan sola, a 34 personas, digo a muchísima gente le pasa lo mismo. Intenta cocinar algo decente, pero no creas que eso es político. ¿O si? En el fondo nunca entendiste en que punto lo personal es político. ¿Usar el minipimer es político? Que más da, tampoco lo usas mucho. Pero, ¿y si pones cara de espacio público mientras lo haces? ¿Y si mantienes la compostura mientras trituras el puré? ¿Total, quien te va a ver? Joder, si es que hay días que me dan ganas de bajar las Ramblas gritando cómo me siento. ¡Estoy bien! ¡Estoy mal! ¡Estoy súper bien! ¡Estoy súper mal! (Nota mental: mejorar mi precisión léxica para nombrar emociones).
En realidad quería escribir sobre lo personal y lo público, y de ahí hacer alguna carambola de ideas y llegar al gran eslogan “lo personal es político”. Quería así contar algo de porque decidí hacer un documental “tan personal” y “tan público”. Pero esas dos categorías ya estaban entrelazadas, no las trencé yo. Y ahora, después de este camino azaroso de post, me doy cuenta de que quería hacer un post resultón, algo con fachada, algo público. Ahí está el problema. La cosa es mucho más sencilla. Necesitamos que nos escuchen. Necesitaba contarlo. Necesitaba escuchar y ser escuchada. Nos necesitamos.
¿Lo personal y lo público se contaminan? ¿Se afectan, se abrazan, se desbordan, se solapan? ¡Ojalá que si! ¡Que alegría, que alivio, que respiro sería eso!
¡GRACIAS POR ESCUCHARME!
Hasta la semana que viene, con los primeros aires otoñales, condensando energía para empezar a escribir el segundo palito de la U.